jueves, 25 de abril de 2019
Aventoto.
Es nuestra garza más escasa, esquiva y discreta. Este carácter retraído, junto con su escaso número y su mimético
plumaje pardo —que la camufla perfectamente en los carrizales donde
nidifica—, la convierten en una de las aves más difíciles de observar de
la fauna ibérica. Más fácil resulta localizarla por su canto, un
característico “mugido” que la delata durante las
noches primaverales. Los machos se aparean en general con varias
hembras, sobre las que recae el peso del resto del proceso reproductor.
Su sonido más llamativo es un sonoro mugido (bhu-bhuuh-bhuuuhbhuuuh), que se escucha desde varios kilómetros. En vuelo emite un graznido (graoh).
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