Hércules o Heracles era hijo de Jupiter o Zeus y de la princesa Alcmena.
Alcmena estaba casada con Anfitrión. Anfitrión era nieto de Perseo, por lo tanto bisnieto de Zeus.
Zeus se enamoró de Alcmena. En una de las ausencias de Anfitrión, Zeus toma la forma de éste y engaña a Alcmena. Para disfrutar mejor de la pasión, Zeus ordena a Helios que no salga durante tres días. De esta unión engendró a Hércules. A la vuelta de estos tres días, llegó el verdadero Anfitrión, dejando embarazada a su mujer. Alcmena engendra a mellizos de diferentes padres, dando origen a Hércules o Heracles y a Ificles.
Como curiosidad os diré que la locución de ser un buen anfitrión proviene de esta historia, agasajas a tu anfitrión con lo mejor de la casa.
Te dejo este vídeo en clave d humor.
El primero de los doce trabajos de Heracles fue matar al león de Nemea y despojarlo de su piel.
El león había estado aterrorizando los alrededores de Nemea, y tenía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas. Cuando Heracles se dirigía a cazar al león se hospedó en casa de Molorco, partiendo después hacia la guarida de la fiera.
Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usando su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de la tierra) y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. La morada del animal tenía dos entradas: Heracles lo azuzó hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó y lo estranguló.
Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que lo viera el rey Euristeo, quien elegía qué tareas debía cumplir el héroe en el camino de los doce trabajos. Pero éste se asustó tanto que prohibió a Heracles volver a entrar a la ciudad, y le ordenó que de ahí en adelante le mostrase el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo mandó a sus herreros que le forjasen una tinaja de bronce que escondió bajo tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles, comunicándole sus instrucciones a través de un heraldo.
Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores herramientas para desollar al león eran sus propias garras. De esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió la piel del león, que desde entonces vistió a modo de armadura, usando su cabeza como yelmo.
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