Muy cerquita de la Puerta del Sol encontramos esta pequeña calle peatonal, pero no menos importante. Aquí siempre huele a "bravas, calamares, mejillones, boquerones", casi mejor que si pasas con hambre y llevas prisa debes de elegir otro itinerario.
El pasaje es perpendicular a Espoz y Mina y a la calle de la Victoria. Data del año 1840. Anteriormente, el terreno estaba ocupado por el convento de la Victoria, que da nombre a la actual calle de la Victoria. En un principio el pasaje se llamó de la Villa de Madrid. Estaba cubierto por cristales y fue obra del arquitecto Antonio Herrera de la Calle.
Seguía la moda importada de París para enlazar dos calles con la instalación de lujosas tiendas a ambos lados del pasaje.
Con el tiempo, desapareció el techo de cristal y cambió su nombre al de Matheu, antiguo propietario de los terrenos. Manuel Matheu tenía su morada en la casa que hace esquina con Espoz y Mina. Ahora no sabría decirte en cual de las esquinas. Lo que te aseguro es que las dos son de parecida construcción. La casa es famosa por la reunión que hubo hacia 1854, entre los generales Espartero y O´Donell, en la que los dos generales se abrazaron en el balcón ante la muchedumbre que había a su alrededor. Con este abrazo y después del pronunciamiento de "La Vicalvarada" el reinado de Isabel II, goza de un periodo de libertad que durará hasta que O´Donell desplace a Espartero del gobierno.
La fama de esta pequeña calle se debe a la existencia de dos cafés que conviven y son el germen de las futuras terrazas madrileñas. Los nombres de los cafés eran el de París y el de Francia. Ambos eran lugar de reunión de la colonia francesa. El de París era preferido por los conservadores y monárquicos mientras que en el Francia se reunían los republicanos y gente de ideas más avanzadas.
El paseante se llevará una sorpresa al levantar la vista en la esquina de la calle de Espoz y Mina y mirar a las placas en las que figura el nombre de esta pequeña calle. Lo primero que llama la atención es el dibujo realizado por el ceramista Alfredo Ruiz de Luna sobre Manuel Matheu. La cerámica representa un busto de varón que más recuerda a un personaje calderoniano de nuestro siglo de oro. Bien pudiera ser "El Alcade de Zalamea" y no un hombre de negocios del XIX, que especuló con la compra de terrenos desamortizado.
Pero si vuelve la vista hacia la otra esquina se quedará más atónito al leer la placa antigua de color azul.
Si, pasage con "G" en lugar de la perceptiva "J" que marcan las reglas del español. ¿Qué le pasó al rotulista?
Quizá no fue a la escuela y no aprendió las reglas básicas de ortografía.
Quizá era uno de esos franceses que acostubraba a visitar el café Francia o París.
La defensa de los responsables de esta falta de ortografía, seguramente se remonta a la segunda mitad del XIX, y las reglas ortográficas no tenían la misma implantación que en la actualidad y por influencia francófona, era común escribir pasage con G.
Pero lo que más llama la atención es la segunda placa azul, aquí no hay falta de ortografía.
Pero no es la única calle de Madrid con esta falta de ortografía en su rotulación. En la calle de la Montera en el número 33 encontramos un rotulo enorme que anuncia "El Pasage del Comercio" escrito con "G", que lo analiza muy bien Carlos Osorio en su blog "Caminando por Madrid". Es el conocido Pasaje de Murga, llamado así por su propietario Mateo Murga. Tomo la fotografía de este blog en el que se aprecia el rotulo del Pasaje.
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