sábado, 8 de junio de 2019
Cetia ruiseñor.
Muchas de nuestras espesuras ribereñas y carrizales cuentan con un
pequeño inquilino, que rara vez se deja ver, pero que deja oír a menudo
un insistente y característico canto, que emite incluso en los fríos
días invernales. Se trata del ruiseñor bastardo, un pajarillo discreto y
escondedizo, de rasgos poco llamativos, que se refugia entre la
vegetación cercana al agua y que prefiere climas suaves y cálidos, por
lo que sus poblaciones pueden verse muy afectadas durante los inviernos
rigurosos.
Posee un canto muy característico, potente y fácil de reconocer, que puede ser escuchado durante todo el año. Se trata de una súbita y explosiva sucesión de dos o tres notas, que podrían transcribirse como cuchí-cuchí-cuchí.
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