lunes, 24 de junio de 2019
Cigüeña blanca.
Pocas aves resultan tan familiares como la cigüeña blanca y pocas están
tan arraigadas en las tradiciones como esta enorme zancuda que un día
abandonó sus hábitos montaraces para asociarse al hombre en busca de
sustento y protección. Esta especie hubo de soportar durante el pasado
siglo una serie de drásticos cambios en los paisajes y los usos rurales
que la llevaron a desaparecer en muchas regiones y de los que hoy día
—gracias, en parte, a un cambio de hábitos—, se recupera asombrosamente.
En general, la cigüeña blanca es un ave bastante silenciosa, aunque emite algunas vocalizaciones ásperas de alarma cuando se excita o en presencia de individuos extraños en las inmediaciones del nido. El sonido más característico de la especie es un sonoro castañeteo producido al entrechocar las mandíbulas, conocido como “crotoreo”, que el ave ejecuta como salutación hacia su pareja.
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