El de la mula torda

El de la mula torda
Súbete al carro pinchando en él para comenzar el camino.
último

miércoles, 25 de febrero de 2015

Calle de Tudescos.



Recuerdo aqueños años, en que se emitían por TV y en blaco y negro, la serie de Alfred Hitchcock. El director aparecía en su casa en una escena de lo más cotidiana, en pijama. tomando una infusión y viendo la televisión. En estos momentos sonaba la sintonía de la serie y al poco nos comentaba lo que veríamos. Quién me iba a decir qué esta era mi primera relación con Gounod. El director de cine tomó y popularizó la composición Marche funebre d’une marionette, marcha fúnebre por una marioneta, en la cabecera de su programa.
Lo que nos trae a esta entrada es:
El crimen sin resolver de la calle de Tudescos.
Escucha la composición.










Y comienza el episodio del asesinato de Vicenta Verdier. Todo comenzó el jueves 13 de abril de 1907, a la hora de comer. El bullicio de la calle se había parado. En el silencio se podía escuchar el tintíneo de platos y cubiertos, de pronto un grito desgarrador interrumpió la rutina de la hora. Los primeros en percatarse fueron el zapatero, de enfrente, que seguía trabajando, y una vecina que se dirigía a su casa, Matilde Merello. El grito procedía con toda certeza del tercero izquierda del número 15 de Tudescos.

En esta casa resídía desde hace algun tiempo una hermosa mujer llamada Vicenta Verdier. Los vecinos ya alertados y las autoridades subieron hasta la vivienda y echaron la puerta abajo. Era extraño que Vicenta, una persona confiada, dejara su casa cerrada, pero el destino hizo que esto no fuera así. Lo primero que vieron, los vecinos, fue un reguero de sangre por todo el pasillo, desde la cocina a la habitación. Sola, en esta pieza de la casa, se encontraba la perrita de la dueña, llamada Nena. Al ver a la muchedumbre la perra asustada comenzó a ladrar, y aponerse furiosa cuando vió que la policia se acercaba a la cama de su dueña. Sobre la cama reposaba el cuerpo degollado y ensangrentado de Vicenta. El cuerpo aparecía medio desnudo, tapado por el viso de la falda, un pequeño corsé y un delantal. La ventana de la habitación, que da ala calle de la Silva, estaba abierta.

Al día siguiente, los periodicos dijeron que en su mano se encontró una pequeña imagen de la Virgen del Pilar. Durante semanas la prensa se dedicó a escribir, rios de tintas, sobre la vida licenciosa de la hermosa mujer. 

Vicenta había nacido en Zaragoza en el pueblo  de Épila en 1870, llevaba 15 años viviendo en Madrid, en casas de alquiler y siempre sola. Era soltera, en tiempos pasados, siendo sirvienta, había conocido a un joven potentado, del que jamás se dijo su nombre y tampoco se sabe la razón por la que no se casaron. Pasaron los años y el hacendado se casó con una muchacha de su nivel no sin antes dejar bien colocada a Vicenta.

Sola y bien mantenida, Vicenta, se dedicó a visitar cafés y salir con hombres. 

Los días posteriores al crimen, la policia recibió constantes anónimos que contaban los por menores de la vida de la Verdier. Los periodistas buscaron "tajada" en todas estas informaciones, llegando a publicar que el piso de la difunta se habían encontrado entre otras muchas cosas, ropas de varón, un reloj de bolsillo de caballero y un libro ilustrado con multitud de imagenes pornográficas.

Durante semanas no hubo sospechosos. Se sospecho de la esposa del Sr. Romillo, ya que él había mantenido relaciones durante más de una década con Vicenta. Posteriormente se sospecho del mismo amante, ya que pasaba por la calle Tudescos en las horas posteriores al crimen. Un par de policias corruptos falsificaron pruebas para inculpar a Romillo y poder chantajearle. los policias fueron descubiertos y acabaron expulsados del cuerpo. Pasó el tiempo y un tal Salustiano Fernández, que en realidad era José González, se declaró culpable. La policía dudó de las declaraciones y fue puesto en libertad. En 1913 se detiene a Luis Miguel Rosales un andaluz, que nunca había estado en Madrid. En 1923 se declaró culpable Antonio Pérez, que vivía en Estados Unidos y pasaron los años y el crimen de Vicenta Verdier, más conocido por el crimen de la Calle Tudescos quedó sin resolver, ya que nustro directorAlfred Hitchcock no conoció esta historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario