Contamos y nos confirmó su presencia para ilustrarnos sobre este tema con David John Butler. Quizá por el nombre no le conozcáis, pero si os comento que es "El Ángel Custodio" del Cementerio Británico, os sonará y muchos de vosotros, y sobre todo los que habéis visitado el Cementerio Británico de Madrid, le conocéis. David, con su acento peculiar, y su gestualidad efusiva, pero no histriónica y con su visión de la historia y su discurso, nos deleitó. Nos aportó conocimientos y sobre todo las pequeñas anécdotas de los diferentes personajes históricos tratados. Que en definitiva nos aproximan a él y a la historia de un momento determinado haciéndola más comprensiva y coloquial. Al hablar sobre estos temas lo hizo como cuando se visita el cementaerio, se para sobre una tumba, y comenta la vida y obra del personaje.
El resumen de lo tratado en la tertulia, lo puedes encontrar en las siguientes líneas, si bien han sido ordenadas cronológicamente para que resulte más didáctico.
La presencia de los británicos en Madrid es muy escasa, pese a ser el único grupo con cementerio propio en la capital.
En la toponimia de Madrid unos cuantos nombres, Calle de Londres en el barrio de Ventas.
De los personajes británicos en Madrid solo tenemos en nuestro callejero el de una plaza reciente, no sin polémica, la de la que fue primera ministra británica, Margaret Thatcher. La inauguración la realizó Ana Botella. Hoy en día existe una propuesta para el cambio de nombre de la plaza de la"Dama de Hierro", por el de Nikola Tesla.
Resulta curioso que el el vértice diametralmente opuesto a la plaza de la inglesa, se situé la nueva calle de "La Armada Española", con el monumento a Blas de Lezo, el medio hombre, y uno de los primeros ciudadanos norteamericano, ironías del destino.
Pero volvamos a las primeras relaciones con los británicos, que se remontan a septiembre de 1170. El monarca castellano, Alfonso VIII, con una edad de 14 años, contrae matrimonio con Leonor Plantagenet de unos 10 años de edad. La etapa anterior es muy convulsiva en el reino de Castilla. Alfonso VIII hereda el trono a la muerte de su padre cuando contaba apenas tres años. Las dos familias más poderosas de Castilla intentan ejercer su influencia sobre el niño rey, lo que conlleva a una guerra civil en Castilla, por una parte entre los partidarios de la casa de Lara y de otra los Castros. Este momento es aprovechado por los reinos vecinos para enajenar parte del reino de Castilla. Después de este periodo el rey toma las riendas del poder y con el apoyo del rey de Aragón, Alfonso II el Casto, atacan al rey de Navarra Sancho VI, recuperando para Castilla los territorios usurpados durante su minoría.
Firma con el aragonés el tratado de Cazorla, por el cual se reparten el reino de Navarra y las zonas a conquistar de los reinos musulmanes. A Castilla le corresponde la conquista de Murcia a cambio Alfonso II de Aragón se ve libre del vasallaje de Castilla. Tras la muerte de su tio el rey de León hereda el trono su primo Alfonso IX. Aprovechando la debilidad de su primo, Alfonso VIII ataca a León conquistando algunas ciudades que las incorpora a Castilla. Se firma la paz y Alfonso debe de restituir estas ciudades ganadas al reino de León.
Pacificados los reinos cristianos, Castilla comienza la contienda contra los musulmanes atacando al califa Yusuf I. La campaña se complica y Alfonso es vencido por los almohades en la batalla de Alarcos. Las fronteras de Castilla se ven mermadas llegando a establecerse la frontera en Los Montes de Toledo y las racias del verano 1197 llegan hasta Toledo, Madrid y Guadalajara. Ante el inminente peligro, Alfonso pide la colaboración del Papa Inocencio III, quien promulga una cruzada y la ayuda de los reinos peninsulares. En 1212 se da la batalla de las Navas de Tolosa en la que vencen las tropas cristianas, con lo que se consolida Castilla en toda la zona manchega.
El matrimonio de Alfonso con Leonor aportó al reino de Castilla una estabilidad en la zona pirenaica. Leonor aporta en su dote el condado de Gascuña y el ducado de Aquitania.
Leonor era hermana del famoso Ricardo Corazón de León.
Alfonso funda en Palencia lo que dará origen a la primera Universidad de España.
La corte de Alfonso se vio favorecida por la llegada de trovadores y sabios que vinieron bajo la protección de la reina. Funda el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas en Burgos. Que será desde entonces el panteón real de los monarcas Castellanos hasta la llegada de los Reyes Católicos. Otra consecuencia de este matrimonio es la advocación de Santo Tomás Becket en Castilla y como consecuencia en España. Leonor ordena edificar una capilla en la catedral de Toledo bajo la advocación del primero amigo de su padre y después enemigo, Santo Tomás de Becket. Esta capilla fue la primera dedicada al santo ingles fuera de la isla.
El condestable de Castilla D.Álvaro de Luna realiza una remodelación y la incorpora a la capilla de Santiago, donde reposan sus restos y los de su esposa.
El santo adquirió tanta popularidad que en la iglesia de San Nicolás de Soria, hoy en ruinas, se pintó en una capilla el martirio de Santo Tomás. En Salamanca se conserva una iglesia dedicada a Santo Tomás Cantuariense.
Santo Tomás Cantuariense. |
Fresco con el martirio de Santo Tomás en la iglesia de Santa Maria. |
Santa María |
La iglesia parroquial de la población segoviana de Vegas de Matute esta dedicada al santo, siendo el patrón del pueblo. Lo mismo ocurre con la población zaragozana de Layana. Como consecuencia del matrimonio de Alfonso III de Aragón con Leonor de Inglaterra, hija de Enrique II y Leonor de Castilla, el Santo adquiere importancia y Blasco de Grañen realiza el retablo de Anento.
En la población pontevedresa de Caldas de Reis, por la que el santo pasó, se contruyó en su honor, el siglo XIX una iglesia dedicada a Santo Tomás.
Leonor manda construir sobre el solar de la mezquita de Cuenca la Catedral de Santa María y San Julián de Cuenca de estilo gótico normando.
Trascurre el tiempo y debemos de esperar hasta el reinado de Felipe II, que después del fallecimiento de su primera esposa María Manuela de Portugal, se casa en segundas nupcias con Maria I de Inglaterra, más conocida como Maria Tudor. Era hija de Enrique VIII y de la alcalaina Catalina de Aragón.
Catalina era hija de los Reyes Católicos. La politica matrimonial hizo que se casara con el Principe de Gales Arturo. Al poco tiempo de llegar a Inglaterra el joven matrimonio enfermó, muriendo Arturo. Para no devolver la dote se acuerda un nuevo matrimonio, con el hermano de Arturo, Enrique VIII. De este matrimonio nace Maria Tudor que reina en Inglaterra.
Tras observar un retrato surgido del pincel de Antonio Moro, María, loca de amores, quiso desposarse con su retratado, un entonces jovial y rubio Felipe II, el mismo monarca que en 1561 instalaría la capital de los reinos de España en un Madrid a la sazón imperial y también provinciano.
María y Felipe se casaron; pero tan solo convivieron unas semanas. De este matrimonio no hay descendancia.
La siguiente tentativa de matrimonio la encontramos en el reinado de Felipe IV, que alojaría en Madrid durante meses al gorrón Príncipe de Gales, Carlos Estuardo, que galanteaba a una hermana del monarca español con miras a desposarla. Tras vivir el príncipe a cuerpo de rey, agasajo tras agasajo en fastuosas veladas repletas de regalos, guiños y banquetes junto con su fiel duque de Buckingham, el futuro rey de Inglaterra se abrió, marchóse y no
hubo nada. Bueno, sí: años después —tras ser retratado por el genial Antón van Dyck, a punto éste de ser fichado como pintor de la Corte de Madrid—, el ya rey, Carlos I, altanero y desafiante frente a un Parlamento vivaz con él indignado, sería destronado y decapitado en 1649 durante la revolución republicana de Oliverio Cromwell, lord Protector.
España es el primer estado que reconoce al régimen regicida de Oliverio Cromwel. La paradoja es doble si se tiene en cuenta que la catolicísima España estaba reconociendo a un gobierno, la Commonwealth, dirigido por puritanos y que estaba considerando la necesidad de crear una alianza de estados protestantes.
Para tal fin Inglaterra decide mandar una embajada a Madrid, y a fin de acabar con los recelos de Felipe IV el embajador español en Londres, Cárdenas, escribe: “Lo que la conveniencia y razón de estado aconsejare obrar a favor deste gobierno y en reconocerle y admitir sus embaxadores, o en hacer confederación con él si obligaren a ello, los accidentes y intereses de V.M.”. Para cumplir la misión el Rump Parliament decide enviar a Madrid a Anthony Ascham. El 4 de mayo de 1650 llega a Madrid el embajador Ascham, acompañado de su interprete John Baptista de Ripa y se alojan en la casa de Doña Elvira de Paredes en la calle del Caballero de Gracia, en el mismo edificio que más adelante será el Oratorio del Caballero de Gracia. Pero algo se cruzó en la historia para que la embajada no se realizase adecuadamente. No sólo había llegado a Madrid Anthony Ascham, sino que también habían entrado en la Villa cinco realistas ingleses (según algunos autores eran seis), llamados, según Répide, Gilen, Morsal, Perchor, Separt y Arms. Su única misión era dar muerte a aquel que había
Calle del Principe. |
después con responsabilidades palaciegas en la corte de la restauración monárquica.
Estos hechos sucedieron no muy lejos de la calle del Príncipe, donde se levantó un templo para los católicos ingleses. La institución fue dirigida por jesuitas y funcionó de 1665 a 1767.
La Reforma Protestante indujo a que la corona británica prohibiera y persiguiera mediante leyes penales a los fieles católicos que aún quedaban en sus territorios. Como medida a esta persecución, la Iglesia de Roma fundó numerosas instituciones en Europa para la formación de sacerdotes y laicos católicos, en un intento de mantener la fe entre el pueblo anglosajón, y en Madrid se fundaron el citado colegio para británicos y el Colegio de los Irlandeses, en la calle de Humilladero también desaparecido en la actualidad.
El Colegio de los Ingleses y su iglesia fueron puestos bajo la advocación de San Jorge, patrono de las Islas Británicas, y su gestión fue encomendada a los jesuitas, auténticos baluartes de la Iglesia de la Contrarreforma. En él estudiaron numerosas generaciones de británicos y madrileños hasta que en 1767 Carlos III firmó el Decreto de Expulsión de los Jesuitas y abandonaron nuestra ciudad, cerrando sus puertas el histórico colegio.Por cierto la placa que colocó el ayuntamiento de Madrid se la debemos a nuestro amigo David John Butler
El complejo fue comprado poco después por la Real Congregación de Naturales y Originarios de las Provincias Vascongadas, que pusieron la Iglesia bajo la advocación de su patrón San Ignacio y que mantuvo su sede en este lugar hasta 1931, cuando fue víctima de la “Quema de los Conventos”.
En nuestra historia, los ingleses vuelven a aparecer, en la guerra de sucesión española, en la que apoyan al Archiduque Carlos. Las consecuencias ya la sabemos, fueron la perdida de Gibraltar y Menorca.
Casi un siglo después en 1809, centenares de oficiales y varios miles de soldados británicos se situaron junto a los españoles para echar a Napoleón de la Península Ibérica, cosa que contribuyeron grandemente a conseguir por su valor militar, su arrojo y por la sabia conducción de sus aguerridas tropas por sir Arthur Wellesley, lord Wellington, colmado luego de honores por Fernando VII. Pese a llevarse por delante la artillería del Sire la Real Fábrica de Cerámicas del Retiro —competencia de las de Wedgeworth—, durante sus operaciones militares para desalojar a los franceses del parque madrileño, talado sin piedad por estos. Francisco de Goya, por encargo del rey Fernando, se dispuso a retratar el victorioso duque.
George Borrow, conocido como don Jorgito, recorrió España y cruzó por Madrid entre 1836 y 1840 vendiendo biblias anglicanas sin notas añadidas. Las andanzas españolas de Borrow, fueron prologadas y traducidas un siglo después por Manuel Azaña, futuro presidente de la Segunda República. Por cierto, la iglesia anglicana de San Jorge de la calle de Núñez de Balboa esquina a la de Hermosilla es una joya de arte neomudéjar, neorrománico y neogótico anglicano ideada por el arquitecto Teodoro Anasagasti en 1925, potente expresión de la presencia inglesa en Madrid.
Pasaron unos treinta años desde la guerra de la independencia y vuelven a aparecer las tropas inglesas y vuelven a la carga en España y se aliaron con el carlismo, alzado en armas este movimiento ultraconservador contra la reina regente María Cristina, forzada proclive a los liberales. El pretendiente tradicionalista, Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, también estuvo a punto de entrar en Madrid con la ayuda de los publicistas británicos, sin conseguirlo.
Llegando a la revolución industrial, y con la llegada de los primeros ferrocarriles y tranvías llega el capital de los industriales y burgueses ingleses, si bien su número no lograría nunca superar el de los importadores ingleses de vinos y jereces españoles.
Ya en el primer tercio del siglo XX, jóvenes proletarios, poetas, novelistas y artistas británicos, en número de 2.500, figuraron entre los primeros en incorporarse a las Brigadas Internacionales, cuando Madrid se hallaba a punto de caer en manos del fascismo, a partir del verano de 1936. Periodistas y escritores, como George Orwell o Ralph Fox, combatieron contra Franco. El coraje combativo de aquellos muchachos quedó patente en los frentes madrileños del Jarama y Brunete, entre otros escenarios bélicos, donde muchos de ellos dejaron sus vidas bajo el fuego aéreo de cazas, bombarderos y tanques alemanes e italianos, como en el otro lado lo hicieran soldados de infantería del entonces Marruecos colonial español que apoyaban a los golpistas.
Durante la posguerra española y la Segunda Guerra Mundial, Madrid fue escenario de un pertinaz espionaje mutuo entre nazis y aliados, de intensidad desbocada. La cervecería El Águila, en Correos, y Embassy, de Castellana esquina a Ayala, fueron dos de los descansaderos de los agentes secretos.
Fue el hijo de un anticuario londinense establecido en Fuencarral y de una gitana española, el pintor especialista en Francisco de Goya Tomás Harris, quien desde Madrid y Londres teledirigió al espía doble catalán afincado en Madrid, Juan Pujol García, alias Arabel y alias Garbo.
Empleado del hotel Majestic de la calle de Velázquez, con engaños calculados Pujol penetró en el servicio secreto militar alemán; viajó a Inglaterra para operar desde allí supuestamente por la causa nazi, pero se ofreció a los aliados y, tras inventarse una red ficticia de 26 colaboradores filonazis, filtró durante varios años información veraz —pero inocua— a Hitler, al que logró engañar sobre el desembarco de Normandía, pese a habérselo anunciado seis horas antes: su enredo facilitó el arranque de la reconquista militar de la Europa occidental en manos de los nazis, ya arrebatada por los rusos en Stalingrado, en Europa oriental, desde casi dos años antes. También Kim Philby, espía a favor de la URSS y amigo de Tomás Harris, estuvo en Madrid tras la Guerra Civil, contienda que había cubierto informativamente para la prensa conservadora inglesa como tapadera de sus actividades de espionaje.
Revolucionaria sería la actuación en Madrid, en el verano de 1963, del grupo The Beatles
actuan en la plaza de toros de Las Ventas y, dos décadas después, la primera de las de The Rolling Stones
Como dato curioso, la capital madrileña es al parecer la ciudad del mundo donde el atuendo femenino ha incluido, durante décadas, más faldas escocesas que el propio Edimburgo, al decir de numerosos sastres, lo mismo podríamos decir del traje de confección masculino "Principe de Gales". La moda de la mujer y el hombre la empieza a marcar unos años antes los grandes almacenes denominados "El Corte Inglés". El número de pubs, sustantivo procedente de public house, la forma de ocio social y tabernario a escala inglesa, ha sido desde entonces creciente y el disfrute de las pintas, exponencial: el pub Dickens, lugar de reunión bajo el franquismo de periodistas y escritores de izquierda, situado en la calle de Maldonado, llegaría a ser apodado La hoz y el Martini.
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